¿QUIÉN HABLA DE LAS COLILLAS?
El problema del plástico ya está a la orden del día: actualmente lo sentimos hablar casi en todas partes. Igualmente, la necesidad de luchar contra el cambio climático empieza a aparecer en las agendas de muchas entidades con un discurso potente que despacio va cogiendo fuerza. El afloramiento de estas problemáticas está contribuyendo a poner el foco en las iniciativas y medidas a favor de la reducción de residuos especialmente en los desechables, en los supermercados, por ejemplo.
Pero ¿quién habla de las colillas del cigarrillo? ¿Somos conscientes de lo que supone el simple gesto de tirar una colilla de cigarrillo al suelo?
De los 6 billones de cigarrillos que se fuman cada año en el mundo, 4,5 billones de colillas acaban en el suelo o en espacios naturales como ríos o playas. La colilla del cigarrillo es el primer residuo en el ranking de desechos del mundo; supera bolsas de plástico, envases, papeles, redes de pescadores, etc. Además, conlleva unos impactos devastadores para el medio ambiente y la salud, más allá de la suciedad que provoca en la calle. Una sola colilla ocasiona una grave contaminación del suelo, el agua y el aire, esparciendo hasta 70 elementos tóxicos, radiactivos y cancerígenos. La mayoría de colillas son hechas de acetato de celulosa, un plástico no biodegradable que tarda una media de 10 años a desintegrarse.
Tirar las colillas al suelo se ha convertido en una actitud socialmente aceptada e incluso normalizada, tanto por las personas fumadoras como por el resto de la ciudadanía. Nos escandalizamos si vemos alguien tirar una botella al suelo, pero ni nos inmutamos cuando la persona que tenemos delante, sea conocida o no, acaba su ritual desprendiéndose de la colilla del cigarrillo y abandonándola en el espacio público.
¿Cuando dejamos de tratar las colillas de cigarrillo igual que el resto de residuos? Por qué el gesto automático de tirar una colilla al suelo pasa desapercibido, cuando se trata de un acto de irresponsabilidad cívica y medioambiental importante? Todos y todas queremos y esperamos un futuro ético, justo y sostenible: algunos expectantes, otros de manera activa y participativa. Por insignificantes que parezcan, las colillas de cigarrillo también hacen peligrar este futuro que deseamos.
Aunque de momento el lugar apropiado para depositar las colillas de cigarrillo es el contenedor gris, en Andròmines creemos que es urgente luchar para conseguir el reciclaje y la recogida selectiva de colillas, tal como se hace con los envases y las pilas. De hecho, conocemos iniciativas que funcionan en otros países de la Unión Europea, como por ejemplo en Francia, donde Me-Go! está consiguiendo recuperar el acetato de celulosa para hacer ceniceros.
Nosotros desde el 2018 estamos investigando la viabilidad de reutilizar los filtros y darles una segunda vida con el Estudio piloto de recogida, limpieza y transformación industrializada de las colillas de cigarrillo, conjuntamente con Deriva 360°.
Para continuar esta investigación, necesitamos recoger el máximo número de colillas posibles. El 22 de noviembre hemos organizado una Burillató a las 16 h en el Carrer Gran de Sant Andreu de Barcelona para hacerlo posible.
¿Nos ayudas? ¡Te esperamos!
Medio ambiente Sensibilización ambiental
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